Desde hace tiempo, con mayor o menor intensidad, llegan a las fronteras de la UE movimientos migratorios integrados por quienes ante situaciones de miseria y de pobreza, arriesgan sus vidas buscando sobrevivir en una de las zonas más desarrolladas del planeta.
Ahora se unen a estos colectivos otras personas y familias, que huyen de los conflictos armados, guerras civiles o persecuciones por razones de religión, raza, nacionalidad o pertenencia a un grupo social.
Estos dos flujos plantean a la uE uno de los grandes retos con el que hoy se tiene que enfrentar. Tanto refugiados como inmigrantes utilizan los mismos itinerarios, los mismos servicios de los mismos traficantes y se procuran los mismos documentos falsos.
Esta corriente humana que llega a las fronteras de la Unión, de manera desordenada y caótica, ocasiona una enorme solicitud de socorro a la vez que daña acuerdos como los de Schengen y Dublín, por lo que se plantea la necesidad de dar una adecuada respuesta, que no pasa por defenderse construyendo fronteras internas y levantando barreras. Para esta Institución este proceder resulta poco eficaz, pues los flujos migratorios seguirán y así debemos hacérselo saber a la opinión pública.
Por ello las soluciones que se adopten han de ser más complejas teniendo en cuenta los problemas de unos colectivos que poseen el carácter de mixto, para lo cual han de buscarse relaciones cooperativas y solidarias fundamentadas en el establecimiento de la paz, en la recuperación e intensificación de los niveles de las ayudas que impulsen el desarrollo económico y en el establecimiento de vías legales de acceso a la UE, de personas con necesidades de protección internacional.
Véase:
16/03/2016. Nota que recoge las actuaciones más relevantes realizadas por el Defensor sobre asilo y protección internacional
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