2016

04/01/2016

Queremos, al comenzar un nuevo año, expresar nuestra voluntad y vocación de servicio público hacia todas aquellas personas que consideren conveniente nuestra actuación ante las administraciones públicas.

La figura del Defensor del Pueblo es propia de las democracias como institución independiente, y completa las del Estado social y democrático de derecho en el que se constituye la Nación Española.

Nuestra democracia ha sido objeto de reconocimiento por observadores y estudiosos extranjeros, y nuestra Transición pacífica ha sido y es apreciada por el esfuerzo colectivo, por la generosidad en la consecución de acuerdos, y por su alcance de miras. Este fructífero período nos ha permitido grandes avances sociales.

Todos estos logros son valores a preservar y transmitir, lo cual no significa que no sean susceptibles de mejoras y de reformas. Las democracias avanzadas son sistemas políticos que permiten reformas y adaptaciones sin quiebras, sobresaltos o retrocesos frente a sistemas que impiden toda clase de modificaciones y alternancias en el uso del poder.

Deseamos que España continúe sus progresos y avances a lo largo de 2016, para lo cual es preciso un clima de estabilidad en todas sus instituciones. Además, la concordia y el acuerdo entre fuerzas políticas permitirán que España colabore en resolver o aminorar problemas humanitarios tales como la acogida a refugiados que huyen de la guerra, anhelan la paz y los derechos de los que carecen.

Alcanzar la paz en Siria, objetivo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, es fundamental para que una gran mayoría de estas personas pueda pensar en regresar a su país. La institución del Defensor del Pueblo agradece y reconoce la labor que han realizado instituciones, ONGs y funcionarios públicos durante todo el año para atender a quienes han llegado a España en dramáticas circunstancias.