24/03/2014
La historia no se repite, dicen muchos autores; pero tiene su rima. Las dos grandes guerras europeas del siglo XX dejaron millones de muertos, países enemigos y ciudadanos con odio y rencor. Nuestra guerra civil nos dejó las muertes, los enemigos, el odio y el rencor entre nosotros mismos.
El presidente Adolfo Suárez tuvo memoria y se propuso que aquello ni se repetiría ni se prolongaría en el tiempo.
El Rey fue su mejor y mayor “cómplice” y ambos supieron hacer emprender a los españoles el camino de la reconciliación. Porque la Constitución española no es otra cosa que la reconciliación, y sin esta ni las libertades ni los derechos fundamentales hubieran sido posibles.
Adolfo Suárez tuvo esa visión del devenir de la historia y ese recuerdo del pasado que bien, aprendido o vivido, tienen algunos grandes personajes. Supo, además, hacer confluir sus decisiones con los pensamientos del Rey, y el resultado fue la Transición a la democracia, con la participación de los españoles.
Se puede discutir si aquello fue ruptura o reforma del orden anterior, de la dictadura, pero quedó claro que se levantó una nueva arquitectura constitucional. Y fue él quién inspiró la Unión de Centro Democrático, quien apeló a los partidos de la izquierda, de la derecha y a los nacionalistas para lograrlo.
Con el tiempo la UCD cometió errores que se pagaron con un desastre electoral, pero la culpa no fue suya sino de quienes no supimos conservar lo conseguido.
El presidente Suárez merece un importante lugar en la historia de la España del siglo XX, y la gratitud de los españoles porque fue un presidente inteligente, generoso y valiente. Y descansará en paz; en la paz que heredamos y que tenemos la obligación de transmitir a otras generaciones.
SOLEDAD BECERRIL
DEFENSORA DEL PUEBLO