12/11/2014
La Defensora del Pueblo ha condenado los actos de corrupción como “un gran mal para la sociedad” que debe ser combatido con la severidad de la Ley y con educación y pedagogía en valores y comportamientos.
Para Soledad Becerril, “en la democracia representativa, la ejemplaridad en la conducta de todos aquellos que administran bienes públicos es una norma esencial, y su quebranto debe ser castigado con severidad”.
“La sociedad en general, los jóvenes, todos, debemos saber, y ser educados, en que no existe impunidad, que no hay tolerancia, que existen las penas y el total rechazo social” recalcó en su intervención en la IX edición del seminario Luis Portero de Derechos Humanos, celebrado el 12 de noviembre en el Colegio Mayor Albayzín de Granada.
En su opinión, “la corrupción es un gran mal para la sociedad. Porque rompe la regla básica del Estado de Derecho, que es el cumplimiento de la ley, y hace desconfiar a los ciudadanos de las personas o instituciones en las que ha depositado su confianza, fundamentales en un estado social y democrático de derecho”.
En la democracia representativa, “la ejemplaridad en la conducta de todos aquellos que administran bienes públicos es una norma esencial, y su quebranto debe ser castigado con severidad. Defraudar a la hacienda pública es defraudar a los ciudadanos; malversar fondos públicos es un fraude a los ciudadanos”, ha subrayado.
Estos valores cívicos deben “enseñarse en la escuela, en la universidad, y deberían ser normas de vida ampliamente aceptadas y compartidas”, ha asegurado la Defensora, para quien el mantenimiento del estado social y democrático de derecho “merece nuestro esfuerzo, porque la democracia es la mejor forma política, la que garantiza derechos y libertades, la que hace del poder algo reversible, la que permite que la justicia actúe.