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Intervención de la Defensora del Pueblo de España en el taller sobre defensa de los derechos de los solicitantes de protección Internacional celebrado en Tirana (Albania)

Intervención de la Defensora del Pueblo de España en el taller sobre defensa de los derechos de los solicitantes de protección Internacional celebrado en Tirana (Albania)

Tirana (Albania), 13 de noviembre de 2015

I. La situación que vive Europa, que podemos calificar de emergencia humanitaria, nos obliga como instituciones de Derechos Humanos a estar muy preocupados.

El control de los flujos migratorios y la necesidad de que las personas que deseen entrar en Europa lo hagan de manera legal y ordenada ha de ser  necesariamente compatible con el respeto a los Derechos Humanos y a las obligaciones internacionales, suscritas por cada país.

 II. Según los últimos datos facilitados por el ACNUR el pasado octubre, más de 700.000 personas han accedido por mar a las costas europeas. La inmensa mayoría tienen necesidad de protección internacional. Las personas que llegan a Grecia y quieren desplazarse a otros países europeos, proceden de zonas de conflicto como Siria, Afganistán e Irak.

III. El principal reto al que nos enfrentamos es sin duda la necesidad de identificación ágil de las personas que intentan acceder a Europa de manera irregular y tienen necesidad de protección internacional, diferenciándolas de aquellas otras que intentan acceder de manera irregular a nuestros países con el objetivo de buscar una vida mejor.

IV.  Las consecuencias de la falta de identificación temprana de estas personas son variadas. Afectan, por una parte, a la credibilidad del sistema europeo de protección internacional y, por otra, a agravar las condiciones de especial vulnerabilidad en la que se encuentran.

 La respuesta a esta situación ha de ser común y coordinada desde la Unión Europea. Solo una respuesta de emergencia unificada, por  parte de Europa, permitirá hacer frente a la actual crisis.

Las cifras actuales, con un promedio de 6.000 llegadas diarias a las costas europeas, requieren varias acciones urgentes que ya han sido propuestas por ACNUR y que pueden servirnos como guía para formular propuestas como Instituciones Nacionales de Derechos Humanos.

1. Es necesario un firme apoyo europeo para la creación inmediata de instalaciones de acogida humanitaria en Grecia y ampliar las que existen en Italia, con capacidad para recibir, dar asistencia, registrar e identificar alas personas que lleguen por mar.

Sin esta capacidad de recepción, el programa de reubicación no puede funcionar de forma efectiva y los movimientos secundarios continuarán hacia otros países.

 2. Acelerar el proceso de reubicación de personas que se encuentran en Grecia e Italia. Este proceso debe ampliarse con los ofrecimientos de cuotas que han realizado países de la UE de forma voluntaria después de las propuestas de la Comisión Europea.

3. Reforzar los mecanismos para el retorno de las personas que no necesiten protección internacional y que no han podido beneficiarse de vías legales para regularizar su estancia. Hacerlo con el apoyo de FRONTEX y la OIM.

4. Adoptar con urgencia medidas para estabilizar la situación en las zonas colindantes con Europa. Aumentar los fondos de ayuda humanitaria y apoyo estructural a países que acogen a grandes poblaciones de refugiados.


El pasado 21 de octubre pude comprobar personalmente la generosidad en la acogida de un país como Jordania al visitar el campo de refugiados de Zaatari que acoge a 79.000 personas. España está presente a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).

La vida en el campo es muy dura a pesar de tener las cosas más básicas. Zaatari es una ciudad construida para momentos de emergencia porque allí se está protegido pero no es ciudad para una vida. La llegada del invierno preocupa a todos: pueden faltar alimentos, medicinas y ropa. El gobierno jordano proporciona la seguridad, el agua, la electricidad, las escuelas y el hospital pero no puede devolver a los sirios ni su ciudad ni su trabajo ni su familia.

 Zaatari es una obra humanitaria admirable pero produce desolación el pensar en el futuro próximo de  sus habitantes. ¿Qué va a pasar con todas aquellas familias en un país que ya ha recibido a más de 1.400.000 refugiados desde 2011? ¿Podrán regresar alguna vez a su país de origen?

Los jordanos ni protestan ni se manifiestan por la llegada de los refugiados. Piden ayuda para mantener los campos de refugiados y para las crecientes necesidades de una población que tiene que compartir escuelas, maestros, hospitales, suministros de agua, electricidad y otros equipamientos además de puestos de trabajo.

El Defensor del Pueblo de Jordania se pregunta qué va a suceder a partir del 2016 cuando no puedan cubrir los costes que el aumento de población supone.

Todos, en el campo de refugiados de Zaatari, suplican que pare la guerra porque el final tiene que ser poder regresar.

  Quiero terminar mi intervención con dos reflexiones. La primera es la necesidad de aumentar las oportunidades legales para que los refugiados puedan entrar en la Unión Europea, a través de programas de reasentamiento y facilitar la reunificación de las familias a través de la concesión de visados humanitarios.

 La segunda es dejar constancia de la solidaridad que muestran la mayoría de los países de la Unión Europea, y también de los países candidatos al ingreso en la UE como Albania.

Esta respuesta humanitaria que damos no puede  hacernos olvidar que la raíz del problema está en los países desde los que estas personas huyen. La imprescindible acogida a quienes huyen no puede ser solución para millones de personas. Es imprescindible influir en alcanzar los acuerdos mínimos con el país origen de esta crisis.

 La política exterior de la U.E. puede ser un instrumento de mediación y de presión, si es necesario, ante quienes tienen capacidad para lograr un acuerdo.

Solo la paz detendrá la sangría humana a la que asistimos, no impasibles, pero conscientes de que nuestro humanitarismo, en este caso, no es el final.

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