20/01/2016

Era impensable hace dos décadas que Europa asistiría a un movimiento de desplazados superior al de la Segunda Guerra Mundial. Es cierto que algunos analistas habían anticipado que la emigración constituiría el gran problema de finales del siglo XX, pero no estaba previsto que a la búsqueda de mejores condiciones de vida se uniría la necesidad de huir de guerras y de conflictos étnicos que se producirían de manera simultánea en varios países de África y Oriente Próximo.

Nosotros vemos las llegadas de personas  en bote de goma, las actuaciones de salvamento de guardias costeros o personal de la Cruz Roja, pero, previamente, aquellos que intentan arribar a Europa han visto o escuchado que hay países donde pueden ser tratados como personas, tener derecho a vivienda, a escuela, a médico, y que, por encima de todo, nadie les perseguirá ni amenazará.  Y puesto que los países de la Unión Europea van a procurar mantener el estado de bienestar alcanzado, y un 4,1% de sus ciudadanos son residentes extra comunitarios que tienen esos derechos, nada va a detener a quienes  persiguen obtener el bienestar que tienen aquellos que pudieron llegar.

Se afirma que entre quienes buscan refugio puede haber  personas que difícilmente se pueden integrar por sus creencias o costumbres y que, sobre todo, puede haber terroristas. Esto no se puede negar. Pero también el sistema de control de fronteras Schengen (1985) de la U.E. permite introducir controles por razones de seguridad. Es posible y deseable aumentar  la cooperación  policial y judicial y, desde luego, insistir en la necesidad de que quienes lleguen acaten la legislación del país y sus valores esenciales.

La U.E. no puede dejar de ser un espacio de libre circulación, pues sería abdicar del mercado único y del euro, y suprimir derechos y libertades sería retroceder en los logros de sesenta años. Puede controlar más, vigilar más, exigir más para preservar lo que ya ha obtenido para más de quinientos millones de habitantes. Recordemos que la U.E. es el único gran proyecto internacional del siglo XX, construido después de mucha sangre derramada y de millones de personas desplazadas de sus tierras, que abarca a veintiocho países. No destruyamos lo que tanto esfuerzo y tantos años han requerido.


Recomendaciones formuladas por el Defensor del Pueblo:

30/11/2015. Protocolo de actuación para facilitar el acceso a España a los familiares de ciudadanos que ya son beneficiarios de protección internacional

15/10/2015. Refuerzo del personal destinado a la tramitación de las solicitudes de asilo en el Puesto Fronterizo de Beni Enzar (Melilla)

09/10/2015. Diseño de un programa educativo específico para los menores que se encuentran en el Centro de Estancia Temporal (CETI) de Melilla

09/10/2015. Traslado a la península de las familias con menores y personas con discapacidad física que están en el Centro de Estancia Temporal para inmigrantes (CETI) de Melilla

07/10/2015. Asistencia social a los solicitantes de asilo en el puesto fronterizo de Beni Enzar (Melilla)


El Defensor del Pueblo está a tu disposición para estudiar tus quejas y problemas

¿Deseas presentar una queja?

También se puede remitir por correo postal, por fax, o entregar en persona, en nuestro servicio de atención al ciudadano en c/ Zurbano, 42 (28010 Madrid).

Si lo prefieres, puedes descargar este formulario en formato pdf Descargar formulario y, una vez que lo hayas cumplimentado, nos lo envías por correo electrónico a: registro@defensordelpueblo.es

Si tienes alguna dificultad para poner tu queja puedes ponerte en contacto con nosotros en el teléfono gratuito 900 101 025, solo disponible para llamadas desde España. Si llamas desde el extranjero marca (+34) 91 432 62 91.